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Algunos aportes teóricos para pensar: ¿Cómo sufren las niñas, niños y jóvenes, con las autolesiones?


Cristián Andreo, Psicólogo Clínico

Mediante el mecanismo de la abreacción que se define como una descarga emocional (tipo catarsis) y que fue introducido por Sigmund Freud en su texto sobre la “Comunicación Preliminar” (1893), las representaciones aisladas en aquel estado segundo de la conciencia, serían liberadas por la palabra no sólo a través del recuerdo, sino también con revivir la experiencia. Cuando se revive la experiencia traumática, se cumpliría el objetivo de hacer terapia, cuando el recordar se acompaña del afecto correspondiente a través del discurso. Por lo mismo, con este valor de expresar en palabras el afecto mediante una descarga emocional: “muestra que todas las ocasiones que han devenido causas de fenómenos histéricos son unos traumas psíquicos que no fueron abreaccionados por completo”. (Freud, 1893, p. 39). En resumen, existiría una concomitancia entre una emoción inexpresada que continuaría viva dentro del sujeto y su reaparición en el mundo exterior, sería evidenciada ya como un síntoma corporal, o psicológico. Considero que, si en la histeria existirían diferentes acumulaciones de conflictos emocionales no expresados verbalmente, existiría cierta relación entre emoción no expresada y el reemplazo de la palabra por una expresión somática. En relación a lo señalado anteriormente, Roland Chemama (1998) en su diccionario de psicoanálisis especifica que, Freud habría descubierto en los estudios sobre la histeria cierto llamado o solicitud de lo somático, para que una representación que se encuentra reprimida en el inconsciente, acuda a instalarse en el cuerpo. De esta forma entendemos que en relación al dolor físico, se produciría una contrainvestidura libidinal en dirección al yo (recordemos que la libido es energía sexual consciente), es decir, en este caso mencionado de fijación a la piel, el yo tendría un papel de reservorio libidinal, porque sería un aprovisionador de libido y no sólo una instancia que censura, restringe y protege. Entonces, cierto desplazamiento de libido en dirección al yo, no deja de ser importante porque el síntoma sería como un mensaje incógnito por el sujeto, condensándose sobre el cuerpo (por ejemplo cuando niños, niñas y jóvenes realizan un corte en una zona no erógena, como en el brazo o la pierna). Las autolesiones podríamos también pensarlas como una repetición de cierta dimensión de temporalidad y causalidad específica de la vida psíquica, que consiste en que en el hecho de que hay impresiones o huellas en la mente que pueden no adquirir todo su sentido, toda su eficacia, sino que en un tiempo posterior al de su primera inscripción. Esta dimensión señalada anteriormente en el psicoanálisis Lacaniano es conceptualizada como après-coup (como un retroactivo a posteriori), que forma parte del pasaje al acto de dejarse caer, cuando un joven toma la iniciativa de autolesionarse, dentro de un rapto de locura destinado a evitar una angustia demasiado violenta, ya que es un falso real, el cual implica que el sujeto puede salir de él. (Chemama, 1998). Estas nuevas modalidades de goce, es decir, de encontrar un placer en el sufrir con autolesionarse, sucede dentro de un marco repetitivo, porque el goce es repetición. Específicamente las repeticiones serían mortíferas en el ritual de autolesionarse, porque tienden a la autodestrucción, y no se comportan como otras repeticiones que son ligantes (como en el aprendizaje, la creatividad, jugar en grupo, tocar música, etc.). Nótese que si un molino de harina no tuviera trigo en sus discos de piedra que giran, terminan por autodestruirse, tal como sucede con las repeticiones mortíferas. (Bonnet, 1996). Cuando un niño, niña o joven tienden a inhibirse, es decir, a no participar, aislándose, es cuando las funciones de su personalidad tienden a frenarse, o se las ha perdido, por exceso de sufrimiento. Y como mencionamos anteriormente a las repeticiones mortíferas, aquí resulta importante pensarlas desde la pulsión de muerte, es decir, “al deseo de no deseo”, cuando retira toda su energía mental de toda actividad, o persona. (Hornstein, 2018). Las autolesiones y las funas por internet (grupos de Instagram), tienen algo en común, que ambas suceden porque hay ausencia de la cultura dialógica entre los jóvenes, y entre ellos con los adultos. En vez de simbolizar, verbalizar con otros, es como si prefirieran mirar la leche derramada, cayendo en un tipo de narcisismo oscuro sostenido por un pedido, un reclamo, un anhelo, una expectativa. Lo anterior invita a pensar sobre el escenario de las autolesiones, cuando ocurre un derrumbe psíquico angustioso, porque la persona tiende a ensimismarse pensando en un punto fijo, en el encierro, a solas, con un engranaje contextual de aburrimiento, soledad, sin poseer sueños y desesperación. En vez de seguir deseando, el sujeto prefiere hundirse en un plano imaginario que permite acrecentar su narcisismo, llegando a un estado de estrés con añoranza que, resultaría en dolor psíquico (angustia), desencadenando de esta forma, autolesiones.

El sufrimiento al aumentar, el sujeto no quiere nada que no tenga que ver con su cuerpo, similar a como sucede cuando una persona está resfriada. De este modo, la persona procede con neutralizar un dolor del alma que es un derrumbe psíquico, con los cortes de las autolesiones. Nótese que el dolor psíquico y corporal son homólogos. Muchos de estos niños, niñas y jóvenes no intentan quitarse la vida, sino que buscan una transformación de la colonización emocional mortífera, a través del martirio. Factores a considerar Estar en tratamiento de psicoterapia Aumento del aislamiento social Cambios drásticos en el comportamiento Discurso y actitud negativa hacia sí mismo Pensamientos relacionados con la muerte Cambio en el rendimiento académico Signos físicos como quemaduras y cortes, entre otros Nula comunicación hacia sus padres o cuidadores Soledad en el hogar por largas jornadas laborales de padres o cuidadores Disminuir a la brevedad todo aquello que provoque tensión y estrés en los niños, niñas y jóvenes, para prevenir la desesperación y la agitación psicomotriz ¿Qué hacer? Ofrece tu apoyo y hazle saber que te preocupas por él o ella Ayudar en buscar atención con profesional idóneo (psiquiatra o psicólogo clínico) Crear un plan de contingencia y un protocolo específico de acción, como también desechar cualquier objeto que puedan utilizar para autolesionarse. -Establecer un código de emergencia para que puedan pedir ayuda rápidamente, ya sea dentro de la escuela y/o con la red de salud Proporcionar una red de apoyo que los niños, niñas y jóvenes PERCIBAN, de amigos o familiares que brinden confianza y que puedan brindar apoyo emocional Fomentar la resolución de problemas y la expresión adecuada de las emociones Para los colegios: Ayuden a producir o gestionar con los estudiantes (de forma constante), actividades culturales saludables y positivas que puedan proporcionar una vía de transformar el estrés, la desesperación, la soledad, el aburrimiento y las emociones difíciles, con calma, cultura y sin martirio


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